jueves, 27 de agosto de 2009

La transitoriedad de las relaciones inter[personales] parte 1

Empiezo por recordar que nada dura para siempre. No al menos en esta vida terrenal. Dependiendo tal vez de la fe de cada uno acerca de la vida después de ésta, la muerte se marca como el primero y último de los límites. Y es también que un fallecido puede permanecer presente en la memoria de todos sus seres queridos, y al mismo tiempo de sus hijos, y de los hijos de sus hijos y así sucesivamente. Pero establezcamos a la ya nombrada como el límite elemental sólo por significar por ejemplo, que dos personas dejen de comunicarse definitivamente. Obviamente, algo más dramático que si alguna de las dos personas sufriera de una sordera.
Alejándonos de los detalles, lo concreto es acerca de la 'vida útil', el tiempo que dura o tarda en romperse (o distanciarse en medidas 'insalvables') una relación. Cómo es que empieza todo? Las oportunidades y formas son incontables. Pero diremos que hay, entre formas y formas, las 'fáciles', y otras no tan comunes o más anecdóticas. Y es que no es lo mismo conocer y entablar una relación con un vecino de un piso, que con una persona que viene a darnos una mano en momentos en los que nos encontramos en situaciones totalmente caóticas y de un vacío muy importante. Ya en este punto, es interesante agregar que ésta parte de la relación, 'el principio' digamos, por más dramático que sea, puede que luego guarde un lugar importante es nuestra memoria afectiva, pero puede que no sea la relación que mas marque nuestra vida; la que sea mas trascendente. Es aquí donde creo que entran las 'vivencias' y experiencias que uno comparte con el otro ser humano. Pero que no se confunda con 'el principio'. Diremos entonces que ésto último vendría a ser como la 'primera vivencia'; se da con alguien que no conocemos, pero con el cual se establece un perfil de afinidad por el hecho de haber padecido también esa experiencia que involucró a ambos en ese momento de sus vidas. Insisto, lo que no quiere decir, que se vean el próximo día, o alguna otra vez en sus vidas. Por eso lo de las experiencias compartidas se divide de ésta partición para formar una sustancia en sí misma.
Adentrándonos en esta subdivisión, nos encotramos con un mundo diferente. En primera instancia, de una porción mínima de tiempo en nuestras vidas, nos conocemos con alguien. Sea con un 'hola' o un 'yo maté a su hijo'. Por distintos motivos, cada uno de estos enunciados tendrá sus efectos y consecuencias en esa relación en particular. Pero quisiera adentrarme particularmente en lo positivo, y en lo afectivo. 'Hola, cómo estás?' y listo. En circunstancias no muy difíciles de encontrar por estos tiempos, si se da de esta forma, el receptor captará el mensaje y hasta tal vez crea que alguien se preocupa por él. Se contarán cómo ven el clima hoy, y meses después tal vez compartan una noche excitante en la habitación de ella o él. Como puede darse también, de cientos de infinitas formas distinta a ésta. Pero bien, incluso ésa noche excitante es sólo otra de las 'vivencias compartidas' a las que nos referimos. Y bien, servirá para nutrir, para formar parte de ésa historia particular. Y otros seis meses después tal vez compartan esa vivencia excitante con personas totalmente diferentes, recordando o no con quién lo hicieron por primera vez (muy triste esto). Con tantas variables, parece perder objetivo todo esto, pero quería quedarme en hechos en particular: los momentos cumbres, y los momentos cuando éstos no valen (casi) nada. 'Casi' digo porque estando vivos, al menos que se sufra de algún fenómeno que nos haga olvidar todo, recordamos a ésta persona, sus dichos, sus hechos y la forma en la que penetraron en nuestra vida. Ahora bien, A y B son grandes amigos por X motivos. Y por P motivos, dejan de tratarse de la buena forma en que lo venían haciendo. Más allá de las razones, porqué sucedió así? Porque debe acabarse eso? (y es que no se acaba definitivamente en realidad). Y es aquí donde entra la utilidad, la misión divinamente encubierta que cumple una persona en nuestras vidas. Particularmente, nos encargarémos de aquellas que empiezan positivamente y que terminan de una mala manera. Para qué pasó? Porqué fue mi amigo o mi enemigo, para terminar de tal o cual manera? Una posible respuesta, está muy relacionada con la experiencia, y los resultados de ésta. Palabras (con sus significados dennotados), como 'aprendizaje', 'maduración', 'desengaño', etc. entran en la lista. Al menos por mi experiencia personal, y por lo que veo y me cuentan, general, los fracasos o frustraciones constituyen a fin de cuentas una superación. Un renacer; o más bien el nacimiento de nuevos seres humanos (de las dos partes del conflicto). De aquí a que sean de carácter positivo o negativo (y es que no todos tomamos las cosas de la misma manera), no es lo que nos interesa, sino el hecho de que siempre indican el provisional distanciamiento de la otra persona en cuestión. Porqué? si era tan hermoso lo que teníamos! Y ahora cierra el círculo.
Antes de terminar, arriba mencioné que la muerte es el límite final de esta experiencia terrenal conciente. Existen, por lo tanto, otros límites menos definitorios: una pelea, un conflicto, una verdad, una mentira... Pero no son éstos límites que marquen el fin de nada. Así como la muerte determina el final, el tiempo (famoso conocido) determina secretamente, lo que nos resta. Dentro de él, pueden pasar días o años, pero mientras los integrantes del conflicto puedan hablar y sobre todo escuchar, puede haber oportunidad de que la relación vuelva a flote. De mejor manera? de peor manera? IGUAL QUE ANTES? éso es parte de otro análisis.