lunes, 9 de noviembre de 2009

La más que complicada acción del relativismo en el discurso

Trate de responder, y responderse:

¿A quién le cree usted?
¿Porqué le cree usted a ese algo o alguien?
¿Se ha informado usted acerca de lo que critica o acepta?
¿A quién le creería usted, al asesino o a su victima?
¿Por quién sangraría usted?
¿Por quién dejaría de sangar usted?
¿Por qué o quién moriría usted?
¿Por qué o quién viviría usted?
¿Por qué la sinceridad ya no existe?
¿Por qué los intereses acaban con la humanidad?
¿Por qué parece no haber una verdad?
¿Por qué al humano se le ha maldecido con el don del habla?
¿Por qué al humano se le ha maldecido con el instinto de competencia?
¿Por qué lo que para usted es la palabra o la frase más sabia del unvierso, es la patraña más básica y elemental para mí? ¿Y porqué no podemos ponernos de acuerdo?
¿Por qué se ignora el bien común para justificar acciones atroces?
¿Por qué se ignora el bien de matar para justificar la inoperancia de muchos?
¿Por qué sólo vemos negro o blanco?
¿Por qué es frustrante imaginar siquiera un mundo donde las ideas no nos separen, sino que nos ayuden a entendernos y ayudarnos?

¿Por qué pensas, escribís, hablas, actuas diferente a mí?
¿Por qué creés que lo que hago es estúpido?
¿Por qué creo que lo que hacés es estúpido?

Hágase notar la inutilidad del lenguaje al punto tal de solo crear preguntas, y no respuestas o soluciones.
Sin embargo, ¿acaso no son las preguntas el inicio de las respuestas?
Confuso.